Seguramente después de una caída, una torcedura, un dolor de espalda te has planteado la duda: ¿qué me pongo, frío o calor? Algunos te dirán que les viene genial el calor, otros que el frío; y la cuestión es... "Cada cosa a su tiempo, y un tiempo para cada cosa".
Hoy trataremos este tema, algo que por sencillo que parezca puede crear muchas dudas y ser una de las preguntas más frecuentes en las clínicas de fisioterapia. Proponemos un breve artículo sobre la importancia de diferenciar el momento de utilizar cada una de las dos alternativas, y qué beneficios encontramos en su utilización.
En primer lugar, vamos a darles un nombre un poco más profesional, lo que vulgarmente conocemos como “aplicar frío o calor” responde al término de termoterapia. Ambos recursos pueden ser muy útiles si sabemos cuándo aplicarlos.
Producen efectos fisiológicos distintos, por lo cual el uso de calor o frío está condicionado por la patología específica del paciente. También es importante saber que no constituyen por sí solos un tratamiento, pero sí son de gran ayuda como complemento terapéutico, además de poseer la ventaja de que cada paciente puede administrárselo en su propia casa.
Una vez dicho esto, veamos que nos cuenta cada uno de ellos…
TERMOTERAPIA
Aplicación de calor
Posee efectos fisiológicos principalmente a nivel de aparato circulatorio, provoca una vasodilatación de los capilares sanguíneos, mejorando la circulación lo que también repercute de manera positiva sobre el metabolismo, produciendo un efecto analgésico (disminución de dolor). Mejora a nivel del tejido del colágeno, poniendo en una situación de mayor extensibilidad los músculos, tendones y fascias. La aplicación de calor es favorable sobre la piel, aparato digestivo y sistema inmunológico, dado su efecto sobre la mejora de la oxigenación y restauración celular, y el aumento de la cantidad de elementos de defensa.
Estas propiedades hacen que el calor sea efectivo en algunas patologías CRÓNICAS. Cuando la aplicación de termoterapia es prolongada, tiene un efecto sedante y analgésico sobre el aparato neuromuscular
Indicaciones
Como indicación principal, emplearemos la aplicación de calor en patologías crónicas en las que no exista un componente inflamatorio, como lesiones musculares prolongadas en el tiempo, dolor muscular de aparición tardía, tendinitis crónicas.
Aplicación de frío
La principal acción del frío al bajar la temperatura es una provocar vasoconstricción, disminuyendo así el metabolismo, y produciendo efectos fisiológicos sobre el aparato neuro-muscular, disminuyendo la inflamación y edema. Adicionalmente, cuando la aplicación del frío es prolongada, tiene un efecto analgésico, disminuyendo el tono muscular y mejorando la espasticidad. Sobre el aparato circulatorio también influye en una disminución del flujo sanguíneo. Si el frío es prolongado, alcanza los vasos más profundos, produciéndose un efecto anti-espasmódico (reduce la contracción muscular). Y sobre la piel y el aparato digestivo disminuye el metabolismo tisular, provoca analgesia por acción directa sobre las terminaciones nerviosas.
Al ponernos hielo estamos reduciendo la inflamación, evitando que se acumulen sustancias oxidativas e impidiendo la muerte de las células que se encuentran cerca de la lesión.
Indicaciones
La aplicación de frío está indicada en procesos inflamatorios agudos, como puede ser un esguince de tobillo en el que hay un edema, roturas musculares, tendinitis en fases agudas. Recordamos que va a provocar un efecto analgésico y antiinflamatorio. También se emplea en caso de traumatismos, contusiones, etc. , el frío es utilizado también en caso de quemaduras leves y superficiales y para afecciones con dolor y prurito.
Y para que nunca más tengamos que dudar si echar mano de la manta eléctrica o de la tan recurrida bolsa de guisantes del congelador, dejamos para finalizar una tabla a modo de conclusión.